MAGIA

Sonrisas sinceras, besos interminables, abrazos bien fuertes, miradas furtivas, caricias tiernas, conversaciones interminable o charlas cortas e intensas, cafés con hielo, o sin, cervezas fresquitas, botellas de vino en buena mesa y en tardes perezosas, gintonics en una terraza, música que toca el alma o que mueve los pies, compañía cuando la necesitas, soledad para pensar, el sol en verano, y en invierno, poniéndose o saliendo. 

La lluvia en la cara, sentarse alrededor de una hoguera a mirar el fuego, en silencio, el mar al desnudo y nosotros desnudos, el olor de sábanas limpias, la siesta y esa calma chica que te atrapa en verano. Las lágrimas del amor, y del desamor, decir te quiero sin esperar nada a cambio, dar las gracias con una sonrisa, regalar sin motivo aparente.

Un hombro en el que llorar, odiar poquito y flojo, reír a carcajadas hasta mearte encima, una carretera por descubrir, un baile improvisado, una visita inesperada, estrenar ropa nueva, el olor del perfume de un hombre. Y de sudor. Los pies diminutos de un bebé. Un cuadro que te conmueve, una foto de aquellas vacaciones, un pedazo de chocolate o una tableta entera, un gesto amable, un polvo salvaje, hacer el amor, una película de las que tocan duro el alma, sofá y manta: propios o ajenos. Los amigos que siempre están, los que vendrán; y los que, aunque no estén siempre, sabes que puedes contar con ellos. Hacerte sonreír si has leído esto, y te identificas con algo.

Todo eso y muchas más cosas son la Magia para mí. Nada esotérico. Todo muy terrenal. Muy al alcance de cualquiera. La magia existe. Y está en todos lados. 

Y si no la sientes a cada paso que das, debes estar muerto.

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