FOTO PAISAJE


Nunca fui muy agraciada físicamente. La verdad. Agraciada en los términos más estereotipados. No es que sea amorfa. Si bien es cierto que en mi pre-adolescencia estaba como un palo por mi afán por ser bailarina, en cuanto mi sueño se fue al carajo por exceso de kilos (según el maldito conservatorio de danza clásica), me puse a jalar como si no hubiera un mañana. Y es que para mi el comer y el beber están casi a la misma altura que el sexo. Digo casi porque hay polvos que saben a sopa sin sal o a tomate de invernadero. 

El caso. Que siempre he sido más bien gordita. Se supone que tengo una cara exótica. Morbosa suelen decir los tíos. Cosa que me preocupa. Me imagino, con tales afirmaciones, que mis ojos van pidiendo guerra a todas horas. Nunca lo he entendido bien. Y mira que me gusta entender las cosas. Pero hay algunas que mejor obviarlas.


A pesar de ser gordita y con una cara algo peculiar, nunca me han faltado admiradores. Algunos más buscados que aparecidos de la nada. Hacerse notar un poco siempre es bien. Y los hombres, como tal, ante un buen culo y unas tetas generosas, caen. Es un hecho. Pero no siempre es así.

Lo conocí por casualidad y aunque, sinceramente, me pareció más interesante por raro que por guapo, me sentí atraída por lo que desprendía. Por lo que figuradamente era. Digo figuradamente porque suelo imaginar mil historias de la gente que no conozco. Fantasear con poca información, y elevar al nivel de súper héroe a cualquier imbécil corriente. Odio eso de mi. Luego vienen las decepciones. Pero eso es otro cantar.

El caso es que lo raro siempre me ha atraído, y si esa rareza va unida a unos ojos zarcos, mucho mas. Y si aun lo unes a que no muestre ningún interés por mí, pues mejor, ahí estoy: marcándome un reto que seguro será más un descalabre que una hazaña. Pero bueno. Así me va.

Cuando empezamos a hablar, entre modernillos y cutre-artisteo vario, el muchacho lloraba (figuradamente) desconsolado porque no encontraba a mujeres rechonchas que posaran para él desnudas. Me contaba que sus musas se alimentaban de los pliegues y volúmenes que solo mujeres rollizas pueden ofrecer. Buscaba un festín de carne. Y yo, como no, me mostré encantada por complacerle con primero, segundo y postre. Hasta vino, puro y copa si me lo pedía. También acepté por subir mi autoestima unos puntos, para que engañarnos. Es algo que necesitaba hacer como la que más. - Si vale, soy una gorda, pero seré modelo por un día. Y en pelotas. Ahí lo llevas.- me repetía como un mantra a mi misma, hasta elevarme a un nirvana egocéntrico que ni una top model seria capaz de alcanzar. 

Mientras llegaba el día del posado - "en tu casa mejor, quiero que estés cómoda", me dijo - yo fantaseaba con ese momento. En el que me desnudaría delante suyo, y a él los ojos se le volvería mas profundos aún. Sacaría su cámara y yo toda tímida (se puede ser tímida sin serlo?), posaría cómo el me dijera, dejando mis lorzas campar a sus anchas para deleite de sus retinas.

Imaginaba su objetivo disparando muy cerca de mis pechos, de mi vientre, de mis nalgas...sintiendo su respiración rebotar en mi piel, erizándola. Y obviamente, ante tal despliegue de erotismo (¿quien puede resistirse a eso?), él dejaría la cámara en un arrebato y mirándome a los ojos me besaría y me recorrería en el mismo sentido que con la lente, pero esta vez, con la lengua. Y acabaríamos follando el amor (que no es ni follar ni hacer el amor, sino ambas cosas juntas) sobre mi sofá/ mesa/ lavabo/ lavadora/ cocina/ suelo.

Y llego el gran día. Y yo me bebí una botella de vino casi entera para facilitar mi liberación carnal. Llegó a mi casa puntualmente y yo lo recibí entre nerviosa, borracha y excitada. Mala combinación. O buena. Depende claro. Y ahí estaba yo, con un ligero jersey de punto, tejanos, y mil hormigas vistiéndome el resto del cuerpo. Y mi seguridad en el suelo. Es lo primero que me quité en cuanto él entró decidido a hacer despliegue de su profesionalidad. Después de la seguridad me quite la vergüenza y el miedo. Y por ultimo la ropa. Y en la septuagésima foto decidí quitarme las fantasías de la cabeza. Porque ni yo soy tan irresistible. Ni él estaba para ostias. Quería mi cuerpo para fotografiarlo. Punto. 

Y es que tengo la mala costumbre de sexualizarlo todo. Debería haber apostado con mis amigas cuándo ellas me decían: te lo follarás fijo. Y yo, con la boca pequeña decía que no, que era todo profesional. Aunque en el fondo tenia casi la seguridad que, como todos, acabaría con su miembro hundido en mí. Pero por suerte, o desgracia, no fue así. 

Eso si, me llevo una foto paisaje de mis nalgas preciosa.

Comentarios

  1. Espero que la lluvia lo borre todo, algun dia, pronto. Nadie se merece un apice de tu pena. Sigue adelante, es primavera y sabes que? Las flores se abren ahora. Una nueva etapa, calor y sueños por cumplir se abren ante ti. Y recuerda siempre que vales mucho.

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